Según el artículo, The Medical Construction of Gender: Case Management of Intersexed Infants (1990), de Suzanne J. Kessler, el tema de la intersexualidad ha sido muy controversial y sensitiva. Hay un cierto miedo y precaución ante la cuestión de qué hacer con los bebés que nacen con doble juego de genitales, o genitales indistintos. Los genitales de los seres humanos han sido usados para determinar el sexo de una persona. En la sociedad donde vivimos ahora, hay dos opciones de sexo, hembra o varón. “…physicians hold an incorrigible belief in and insistence upon female and male as the only ‘natural’ options” (2). Como la sociedad y el mundo médico solamente reconocen dos sexos como las únicas opciones “naturales”, pues también estos son los únicos sexos “normales”. Entonces, cuando un bebé nace con genitales indistintos es considerado raro, anormal y como un problema. Desde aquí viene la pregunta,¿hembra u hombre? ¿Cuáles son los factores decisivos?
El artículo de Kessler analiza la teoría de John Money, la cual afirma: “the theory rests on satisfying several conditions: the experts must insure that the parents have no doubt about whether their child is male or female…the intersexed child will develop a gender identity in accordance with the gender assignment (regardless of the chromosomal gender” (5). Es decir, según Money, no importa las pruebas de sangre ni los cromosomas de los bebés, sino que los bebés sean criados como el género decidido y creado por la cirugía. Usualmente la apariencia de los genitales determina el sexo del bebé, y según el artículo, el punto de referencia es los genitales masculinos. “The mere fact that this doctor refers to the genitals as an ‘underdeveloped’ phallus rather than an overdeveloped clitoris suggests that the infant has been judged to be, at least provisionally, a male…what is ambiguous is not whether this is a penis but whether it is ‘good enough’ to remain one” (10-11). Aquí vemos como los médicos determinan que el bebé merece ser un varón. Según la sociedad, los genitales masculinos tienen que tener un cierto tamaño, lo cual determina la masculinidad del hombre. Si los genitales no cumplen las dimensiones de los genitales del tamaño promedio, los médicos deciden que sería mejor convertirlo en una vagina porque la persona tendría problemas de autoestima (Kessler 16). Lo que los médicos no toman en cuenta es las identidades de esas personas no se han desarrollado todavía y puede ser que la persona siente más cómodo con un genital pequeño, pero que corresponde a su género.
El artículo de Kessler menciona cómo la estructura de la sociedad afecta a esas personas que nacen intersexuadas y la compulsión que ellos necesitan elegir un solo género porque si no, enfrentarían muchos problemas. Esa idea también puede trasladarse a las personas que han sido castradas por una razón u otra. En la obra de Mario Vargas Llosa, Los cachorros (1982), el personaje principal, Cuéllar, tiene un accidente con un perro. Cuándo sus amigos vienen a visitarlo en el hospital, le dicen: “Cuenta, Cuéllar, hermanito, qué pasó, ¿le había dolido mucho?, muchísimo, ¿dónde le había mordido?, ahí pues, y se muñequeó, ¿en la pichulita?, sí, coloradito, y se rió y nos reíamos…” (67). Desde ese momento, la actitud de Cuéllar cambia y la manera en que la gente lo trata también cambia. Cuándo sale con sus amigos, empieza a comportarse en una manera diferente. “Pero pasó algo: Cuéllar comenzó a hacer locuras para llamar la atención” (83). Por culpa de su castración, Cuéllar empieza a cambiar porque la sociedad le trata diferente. En la escuela los maestros no le dicen nada cuando no hace las asignaciones y sus padres no lo castigan cuando hace cosas que no debe hacer. “…se emborrachó…sus viejos lo iban a matar. Pero no le hicieron nada” (83). Es decir, que después de la castración de Cuéllar, todo el mundo lo considera diferente. Como es asumido, no puede tener hijos en el futuro, él se siente muy malo, lo cual muestra cómo los genitales masculinos tienen el poder de cambiar la manera en que alguien es percibido.
Otro caso en cual la castración cambia la vida de una es presentado en el documental de PBS, Sex: Unknown (2001). Se trata de dos gemelos varones en Canadá que tenían problemas para orinar a los ocho meses y los médicos decidieron circuncidarlos. Sin embargo, la circuncisión es un desastre y los médicos quemaron el genital masculino de uno de los niños. Entonces, deciden convertir lo que era el genital masculino en un genital femenino. La madre de los niños toma la decisión de escuchar la teoría de John Money, que lo adquirido prevalece lo innato. Entonces, su hijo Bruce se convierte en su hija Brenda. Su madre empieza a criarlo como si fuera una niña y siga todos los consejos de Money. Pero no funciona. Brenda no es feliz como niña y siempre se siente cómo un niño. En el momento en que la madre de los gemelos revela que Brenda nació como Bruce, Brenda vuelve a comportarse como un hombre, con el nombre de David. Entonces, podemos llegar a la conclusión de que no importa si Bruce tiene los genitales masculinos “suficientemente” aptos según la sociedad, todavía siente como un varón.
Obras citadas:
Kessler, Suzanne J. Medical Construction of Gender: Case Management of Intersexed Infants. Chicago: U. of Chicago Press, 1990. Print.
Sex: Unknown. Andrew Cohen. Nova, 2001. VHS
Vargas, Llosa Mario, and Ariza Guadalupe. Fernández. Los Cachorros. Madrid: Cátedra, 2007.Print.